Arte
Venezuela: Más de 400 obras pasarán a manos de la Fundación de Museos Nacionales
Un total de 444 piezas de arte que están bajo el resguardo del Fondo de Protección Social de los Depósitos Bancarios (Fogade) pasarán a manos de la Fundación de Museos Nacionales, del Ministerio para la Cultura.
El ministro de esta cartera, Pedro Calzadilla, recorrió recientemente los espacios de Fogade en los cuales reposan obras para iniciar el procedimiento legal, a fin de realizar la transferencia, reseñó un comunicado de este despacho.
Calzadilla contabilizó las piezas que reposan en la Unidad de Obras de Arte del Fondo, entre las cuales se encuentran cuadros de los pintores Manuel Cabré, Jesús Soto y Carlos Cruz Diez.
La coordinadora ejecutiva de la Gerencia de Administración de Bienes Muebles e Inmuebles, Hilda Hernández, destacó que pronto se concretará la donación de las 444 obras de arte a la Fundación de Museo Nacionales.
Luego de la inspección, el titular de Cultura se reunió con el presidente de Fogade, David Alastre, para intercambiar visiones en torno al valor artístico de cada una de esas obras para la nación.
18 años
Una de las colecciones de arte más grandes del país ha permanecido guardada en bóvedas desde hace 18 años. La crisis bancaria de 1994 puso en manos de Fogade 3.890 obras, procedentes de más de una decena de instituciones intervenidas y liquidadas. De acuerdo con la Ley de Emergencia Financiera, las piezas son patrimonio cultural de la nación; sin embargo, el Estado no había decidido qué hacer con ellas hasta principios de este año, cuando fue anunciada la entrega de 444 piezas al Ministerio de Cultura.
La página web de Fogade da cuenta con fotografías de una visita que recientemente realizó Pedro Calzadilla, ministro de Cultura, a las instalaciones del Fondo de Protección Social de los Depósitos Bancarios para inspeccionar y contar las obras e iniciar los trámites legales para su transferencia a la Fundación Museos Nacionales.
La institución informó que en el lote que pasará a engrosar la colección de los museos hay piezas de Manuel Cabré, Jesús Soto y Carlos Cruz-Diez.
Ni Calzadilla ni las autoridades de la fundación han anunciado aún qué planes tienen para las creaciones que, según se conoció extraoficialmente, ya están a buen resguardo en las bóvedas de los museos.
Obras bajo llave
El número de obras que custodia Fogade desde mediados de los noventa es superior a las que posee el Museo de Arte Contemporáneo, cuya colección es de aproximadamente 3.000 piezas. Sólo la Galería de Arte Nacional tiene un mayor número de obras en su colección permanente, integrada por 6.000.
En las bóvedas de Fogade hay lienzos de Auguste Renoir, Camille Pisarro, Tito Salas, Armando Reverón, Baltasar Lobo, Cristóbal Rojas, Emilio Boggio, Francisco Narváez, Mateo Manaure y Alirio Palacios, entre otros.
Desde un principio, los avalúos se llevaron a cabo a puerta cerrada con el propósito de establecer, únicamente, el valor de mercado de las obras, que según declaraciones recientes de David Alastre, presidente de Fogade, a El Nacional, están aseguradas por 6 millones de dólares. Empero, en todo este tiempo nadie se ocupó de su valor cualitativo o meramente artístico.
Algunos investigadores, curadores y críticos solicitaron estudiar o catalogar las piezas, pero no se les permitió el acceso a la colección. Entre ellos figura Perán Erminy, quien recientemente denunció que han desaparecido obras maestras de muchas colecciones públicas, entre ellas la de Fogade, por la falta de inventarios sistemáticos y por la politización de las instituciones.
Los comentarios entre críticos e historiadores del arte sembraron la duda. Con ella crecieron los rumores y las obras custodiadas por Fogade se convirtieron en una suerte de mito de El Dorado del arte moderno y contemporáneo.
Al menos cuantitativamente, en sus depósitos hay suficientes pinturas, dibujos, esculturas y grabados para crear un gran museo, pero el historiador del arte Roldán EstevaGrillet considera que no hay uniformidad en cuanto a la calidad de las obras. "Fogade se quedó con todas las obras que formaban parte de la decoración de los bancos que quebraron, los cuales no tenían políticas de adquisición como sí existe actualmente en el Banco Mercantil, por ejemplo sino que simplemente compraban de manera esporádica a los artistas que se les acercaban. En sus oficinas había una mezcla de piezas simplemente decorativas con otras realmente buenas".
Esteva-Grillet indica que muchas de las compras de obras de arte que efectuaron los bancos Amazonas, Barinas, Bancor, Construcción, Latino, Progreso, Italo Venezolano, La Guaira, Maracaibo, Metropolitano, Profesional y Principal no obedecían al criterio de un perito. Prueba de ello es la única exposición realizada con las obras de Fogade, que tuvo lugar en el Centro de Arte La Estancia en 2005, que a juicio de los críticos presentaba muchas inconsistencias.
"La selección la hizo el funcionario que en ese momento tenía el cargo de director de Fogade, que no tenía ni idea de arte. Lo que se vio allí fue una mezcla de obras buenas, regulares y absolutamente decorativas. Uno se preguntaba cómo tal o cual pieza pudo haber llegado a una sala de exhibiciones, pero al leer el texto de la muestra se despejaban las dudas. La curaduría y el catálogo estaban en manos de alguien que no era un gran conocedor del tema y tampoco se asesoró", dice el historiador.
En la mayoría de los casos los bancos liquidados y sus respectivas fundaciones no contaban con asesores ni con curadores. Sus mecanismos de selección eran otros. Un ejemplo: en los sesenta y setenta varias instituciones compraron un buen número de tapices guajiros de Luis Montiel, en un gesto de nacionalismo.
"Eran decorativos y llamativos, se veían muy bien en sus oficinas, pero no son obras de arte contemporáneo. Por eso no descarto que dentro de esas bóvedas haya muchos tapices de estos. Me parece sensato que ahora que las obras serán transferidas a la fundación se tome en cuenta que no todo lo que hay allí es digno de un museo, por eso es importante hacer una selección, que los peritos de estas instituciones evalúen con cuidado las adquisiciones que se hagan por esta vía. Sé, de buena fuente, que hay obras de la misma Ana Avalos", señala Esteva-Grillet.
En principio, Erminy evalúa positivamente la transferencia de la colección, a fin de que las obras sean exhibidas nuevamente. Sin embargo, mantiene sus reservas en cuanto a la transparencia del procedimiento. "Esas cosas tan en secreto, tan poco consultadas, siempre le dan a uno cierta desconfianza. Hay antecedentes de otras irregularidades. Uno cree ahora que gente como Juan Calzadilla (director de la Galería de Arte Nacional) y las demás autoridades de los museos tendrán cuidado; la esperanza que uno tiene es que se tomarán decisiones sensatas, aunque no tengo suficiente información de cómo se están transfiriendo las obras. Considero que ahora corresponde a funcionarios de los museos y del ministerio aclarar muchas de las dudas respecto a lo que hay en los depósitos y el destino que tendrán las obras".
Las bóvedas. Una duda inquieta a ambos críticos: ¿dónde se guardarán las obras? "Me parece arriesgado encargarle a la Fundación Museos Nacionales, que tiene las colecciones repartidas entre sus sedes, que asuma, de la nada, una cantidad grande de obras. Más si se toma en cuenta que el depósito de la Galería de Arte Nacional aún no está en condiciones óptimas. Sé que todavía hay obras de esa institución que permanecen en el Museo de Bellas Artes porque el asunto del depósito no está resuelto en un cien por ciento", expresa Esteva-Grillet.
Erminy señala que la centralización de las colecciones es un absurdo, pues no hay suficientes almacenes adaptados para la conservación de las obras. "Esto es algo que tienen que tener en cuenta a la hora de transferir las piezas de Fogade, pues los museos que son sus colecciones ya sufren de una incomodidad terrible.
En ese sentido, el plan luce un poco en el aire".
Esteva Grillet considera que lo sensato es que no todas las obras vayan a parar a los museos. A su juicio muchas piezas seguramente carecerán de valor artístico, pero son apropiadas para oficinas gubernamentales o embajadas. "Claro, es una distribución que deberá ser resuelta con transparencia, porque siempre existe el riesgo de que se las roben".
(Publicado por El Nacional - Venezuela, 30 enero 2012)
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