"Principios Metafísicos del Derecho"
Continuando con su ciclo "Clásicos del Derecho" Migalhas Latinoamérica tiene el placer de anunciarles su segundo sorteo, esta vez, de otra obra jurídica presente en el tiempo como lo es: "Principios Metafísicos del Derecho" del padre de la filosofía moderna Immanuel Kant, una edición de 1974 (Ed. Américalee – Argentina, p. 185)
Sobre el libro
Para Kant, la moral y el derecho tienen un fundamento común. Las exigencias de ambas resultan de la razón práctica, que parte del sentimiento y la voluntad. Esta razón es autónoma, la autonomía significa en Kant solamente que el hombre encuentra la ley de sus acciones en su razón práctica.
Desde tiempos inmemoriales la ética o filosofía moral se ha ocupado y preocupado siempre de la praxis humana.
Kant en la Fundamentación de la metafísica de las costumbres, justifica el imperativo categórico a partir de su idea de la buena voluntad. La buena voluntad tiene en sí todo su valor, es decir, aunque la buena voluntad no sea el único bien, ha de ser considerado como el bien supremo al que han de subordinarse todo otro bien, todo deseo, incluso la felicidad. Ahora bien, si la razón es una facultad práctica, una razón práctica, esta facultad debe dirigir la voluntad, y por tanto, el destino de la facultad práctica sea el de producir una buena voluntad, buena voluntad en sí misma. La razón práctica puede cumplir su destino mediante el deber.
El cumplimiento del deber es lo que hace a una voluntad buena, para ello, es necesario actuar conforme al deber y por deberlo. El valor moral de una acción no depende de obrar conforme al deber para que la acción pueda llamarse buena, sino aún más, que la acción se haga por el deber mismo. El deber es la exigencia de obrar únicamente por respeto a la ley. De ahí que sólo una voluntad que obra por deber, por el respeto que debe a la ley, puede ser considerada y sin restricciones como absolutamente buena. El único principio que rige y dirige a la voluntad es la simple conformidad de la acción, de la praxis con una ley universal: "...obra sólo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne ley universal".
Kant postula una moral puramente formal, ya que en su principio de determinación es la pura forma de la ley moral; una ley moral que tiene lo a priori como fundamento es decir, la moralidad de un acto o no, no depende de los objetos, de los deseos, o de los instintos egoístas, sino que la moralidad de las acciones es determinada a priori por la pura forma de ley, por la ley en sí misma, por el deber en sí mismo, de tal suerte que, una voluntad que obra por deber, por el respeto que debe a la ley, puede ser considerada como una voluntad buena y sin restricciones.
La moral kantiana es autónoma, una autonomía que reside en la voluntad, una voluntad que lleva implícita la libertad y el imperativo categórico en sutil vinculación con esta autonomía.
Así como la ley moral es puramente formal, así también la legalidad de las acciones tienen el mismo carácter formal. Una legalidad que reside en el fundo en que la libertad de cada hombre, de cada ser racional sea compatible con la libertad de todos, de los otros hombres.
La libertad es el principio fundamental de la moral y el derecho y por ende de la historia, de la religión, de la estética.
La libertad en cada uno de estos saberes tiene su limitación, en el saber moral está limitada por el imperativo categórico y en el derecho por la coacción. La coacción, la facultad de constreñir la libertad y obligarla por la fuerza a respetar el derecho; una facultad que está unida indisolublemente al mismo derecho. La coacción es una necesidad racional, es una necesidad de garantizar el derecho de cada hombre contra una eventual violación.
Kant hace un estudio detallado sobre el derecho, el Estado y la política en sus libros: Principios metafísicos del derecho que junto con los Principios metafísicos de la moral constituye la Metafísica de las costumbres (1797). Y algunas otras ideas en La paz perpetua (1795).
El derecho es la realización histórica de la ética, el derecho vinculado con la idea de historia en términos kantianos, una historia que podía aparecer como la ejecución evolutiva, paulatina del ideal moral. Pero en la base de todas ellas, llámese moral, derecho, religión, historia está la libertad como principio de la praxis independientemente de que esa praxis este bajo los cánones de la moralidad, legalidad, religiosidad o historia.
Kant, ante esa autonomía absoluta del sujeto racional, que es en última instancia el fin de la filosofía kantiana, es decir, este fin kantiano se enuncia así de simple fundamentar la autonomía racional del hombre buscando formular y profundizar el ideal de la conciencia europea.
La tan mencionada filosofía trascendental de Kant, pretende a través de un estudio del ser racional en el mundo, llevar al hombre a una acabada conciencia de sí mismo, que asegure los fundamentos de la razón pura, de una razón teórica para poder establecer un cuerpo doctrinal intelectual, que seguirá en su desarrollo hacia una comunidad moral, jurídica, política y religiosa que sería el campo de acción de la razón práctica, sería propiamente la praxis. Es por aquí donde encontramos la línea humanista o el humanismo de Kant; una línea de viables especulaciones.
Tanto la moral como el derecho no se pueden justificar por las categorías del entendimiento, categorías que explican los fenómenos. La moral y el derecho tienen por objeto la regulación de los actos humanos en base a la idea de libertad, donde necesariamente se tiene que prescindir del conocimiento científico, dado que este saber está vinculado a lo fenoménico y no llega a la libertad.
En Kant se encuentra la semilla de un nuevo reflexionar filosófico, pues para reflexionar en torno a la moral, el derecho y las demás actividades del espíritu era necesario abandonar el conocimiento científico y pasar a un plano práctico donde la libertad domine, es decir, se trata de profundizar en el hombre, pero no en el hombre que se piensa como la res extensa, que sería propiamente las ciencias naturales y las físico-matemáticas. El iniciado de este nuevo camino separando la metafísica y todo saber puro, especulativo, es el filósofo de Königsberg con su principio de libertad y con este principio ceñirse al asunto de la praxis. Kant pone así el comienzo de lo que muchos otros pensadores desarrollarán de manera distinta como Hegel que añade la historicidad del movimiento de la libertad.
Sobre el autor
Immanuel Kant, nació en 1724 en Königsberg hoy Kaliningrado, actual Rusia, y según registros murió en 1804. Filósofo alemán. Hijo de un modesto guarnicionero, fue educado en el pietismo. En 1740 ingresó en la Universidad de Königsberg como estudiante de teología y fue alumno de Martin Knutzen, quien lo introdujo en la filosofía racionalista de Leibniz y Wolff, y le imbuyó así mismo el interés por la ciencia natural, en particular, por la mecánica de Newton.
Su existencia transcurrió prácticamente por entero en su ciudad natal, de la que no llegó a alejarse más que un centenar de kilómetros cuando residió por unos meses en Arnsdorf como preceptor, actividad a la cual se dedicó para ganarse el sustento luego de la muerte de su padre, en 1746. Tras doctorarse en la Universidad de Königsberg a los treinta y un años, ejerció en ella la docencia y en 1770, después de fracasar dos veces en el intento de obtener una cátedra y de haber rechazado ofrecimientos de otras universidades, por último fue nombrado profesor ordinario de lógica y metafísica.
La vida que llevó ha pasado a la historia como paradigma de existencia metódica y rutinaria. Es conocida su costumbre de dar un paseo vespertino, a diario a la misma hora y con idéntico recorrido, hasta el punto de que llegó a convertirse en una especie de señal horaria para sus conciudadanos; se cuenta que la única excepción se produjo el día en que la lectura del Émile, de Rousseau, lo absorbió tanto como para hacerle olvidar su paseo, hecho que suscitó la alarma de sus conocidos.
En el pensamiento de Kant suele distinguirse un período inicial, denominado precrítico, caracterizado por su apego a la metafísica racionalista de Wolff y su interés por la física de Newton. En 1770, tras la obtención de la cátedra, se abrió un lapso de diez años de silencio durante los que acometió la tarea de construir su nueva filosofía crítica, después de que el contacto con el empirismo escéptico de Hume le permitiera, según sus propias palabras, "despertar del sueño dogmático".
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