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EE.UU.: Obama se manejará con cautela en debate sobre inmigración

Senadores demócratas y republicanos anunciaron este lunes un pacto sobre una reforma legislativa que incluya una vía, aunque larga y costosa, para la legalización de más de once millones de inmigrantes indocumentados en Estados Unidos, una verdadera revolución del sistema migratorio con importantes consecuencias demográficas, económicas y políticas. El presidente Barack Obama, que hoy martes expondrá extensamente su posición al respecto, respalda este acuerdo.

martes, 29 de janeiro de 2013


Amnistía

EE.UU.: Obama se maneja con cautela en debate sobre inmigración

El presidente Barack Obama se maneja con cautela en el debate sobre la reforma inmigratoria estadounidense el martes y buscará impulsar un nuevo plan bipartidista que ofrezca un camino hacia la obtención de la ciudadanía para los 11 millones de inmigrantes ilegales en el país.

Reflejando la creciente influencia de los votantes hispanos, Obama viajará al estado de Nevada poco más de una semana después de iniciar su segundo mandato y propondrá que el Congreso actúe con rapidez para reformar las leyes inmigratorias.

La reforma inmigratoria podría dar a Obama un importante logro legislativo en su segundo mandato, pero se prevé que se manejará con cautela durante su discurso en Las Vegas, un día después de que un grupo de influyentes senadores republicanos y demócratas divulgaron su propio plan.

El desafío de Obama es ayudar a generar respaldo público para el marco de trabajo de los senadores, lo que está en línea con muchas de sus ideas principales para una amplia reforma inmigratoria, al mismo tiempo de no alienar a sus más fieros enemigos republicanos que podrían oponerse a cualquier cosa que lleve el nombre del presidente demócrata.

"(Obama) hoy celebrará el acuerdo bipartidista del Senado que es (muy) consistente con su tradicional punto de vista", dijo a través de Twitter el asesor de la Casa Blanca, Dan Pfeiffer.

Aunque Obama seguramente utilizará el púlpito de la presidencia, respaldado por una campaña de base organizada por la Casa Blanca, podría ser más circunspecto respecto a su participación personal en las negociaciones del Congreso.

"Al minuto en que se convierte en el plan de Obama, los republicanos se convierten en oposición automáticamente", dijo Bill Schneider, analista político de la Universidad George Mason en Virginia.

Obama, que tiene programado hablar en una escuela secundaria de Las Vegas a las 1915 GMT, no pretende dar a conocer una legislación propia. En vez de eso, instará a los legisladores a seguir adelante con sus esfuerzos, pese a que reitere el "plano" para la reforma que divulgó en el 2011, que llamaba a un camino "ganado" hacia la ciudadanía, dijeron funcionarios del Gobierno.

La ráfaga de acciones marca la primera maniobra sustantiva ocurrida en años para lograr un acuerdo que arregle el defectuoso sistema inmigratorio de Estados Unidos.

Aunque el debate seguramente será polémico, hay un creciente consenso en Washington acerca de que las condiciones están finalmente maduras para solucionar el problema.

El mandatario y los demócratas ven su compromiso con una reforma inmigratoria como una forma de reforzar su presencia en el voto latino, que los demócratas ganaron con facilidad en las elecciones del 2012.

Nevada, por ejemplo, tiene una creciente población hispana que ayudó a Obama ganar los comicios en ese estado en noviembre.

Muchos republicanos, preocupados de que su partido haya alienado a los hispanos con su retórica contra la inmigración, están repentinamente abiertos a la cooperación en el tema a medida en que buscan establecer un nuevo tono.

"Cuando el presidente atienda este tema el martes, espero que asuma un enfoque bipartidista en lugar de dar otro decisivo discurso partidario", declaró el lunes en un comunicado el líder republicano del Senado, Mitch McConell.

El grupo de ocho miembros del Senado incluye a John McCain, un republicano del estado fronterizo de Arizona; Charles Schumer, un demócrata de centro de Nueva York; y al republicano Marco Rubio de Florida, un cubano-estadounidense.

La traducción de las aspiraciones expresadas por el grupo en un proyecto de ley inevitablemente complicado y extenso será un gran desafío para el Congreso. Al mismo tiempo, la Casa Blanca quiere más detalles antes de que Obama apoye completamente el intento de los senadores.

El verano pasado, Obama adoptó una acción ejecutiva de modo que el Gobierno federal dejara de deportar a inmigrantes ilegales que hubieran llegado a Estados Unidos cuando eran niños, un cambio sustancial que fue celebrado en la comunidad hispana.

Tras ganar las reñidas elecciones, Obama prometió que lidiaría con el tema en forma integral a comienzos de su nuevo mandato.

Pacto en el Senado

Senadores demócratas y republicanos anunciaron este lunes un pacto sobre una reforma legislativa que incluya una vía, aunque larga y costosa, para la legalización de más de once millones de inmigrantes indocumentados en Estados Unidos, una verdadera revolución del sistema migratorio con importantes consecuencias demográficas, económicas y políticas. El presidente Barack Obama, que este martes expondrá extensamente su posición al respecto, respalda este acuerdo.

La iniciativa ha surgido de un grupo de ocho senadores —cuatro demócratas y cuatro republicanos— con gran peso e influencia entre sus respectivos grupos, lo que hace pensar que, después de muchos y fracasados intentos durante varios años, esta vez se trata de una propuesta con considerables posibilidades de éxito, sobre todo en el Senado. Cosa diferente es en la Cámara de Representantes, donde tiene mayor presencia el sector radical del Partido Republicano.

La iniciativa ha surgido de un grupo de ocho senadores –cuatro demócratas y cuatro republicanos- con gran peso e influencia entre sus respectivos grupos

Si este pacto prospera, estaremos ante la más ambiciosa remodelación del modelo migratorio norteamericano en varias décadas, un paso que permitirá surgir de las sombras a millones de familias que viven en la semiclandestinidad y crear un nuevo mecanismo de control fronterizo y de visados para evitar otra acumulación masiva de indocumentados en pocos años más. Pero es un pacto que, para salir adelante, requiere de una serie de difíciles trámites parlamentarios y, sobre todo, de una serie de arriesgadas decisiones políticas que pueden llevar todavía varios meses. El optimismo actual se fundamenta en que, como dijo, Chuck Schumer, uno de los autores de la propuesta, "por primera vez, hay más riesgos políticos en oponerse a la reforma migratoria que en apoyarla". Schumer pronosticó que podría votarse una ley en la primavera o verano próximos.

El acuerdo fue anunciado por los números dos y tres del Partido Demócrata en el Senado, Dick Durbin y el propio Schumer, así como por el presidente del comité de Relaciones Exteriores, el cubano-americano Bob Menéndez, y Michael Bennet, presidente del Comité de Campaña Senatorial Demócrata, el órgano que dirige las campañas electorales de los demócratas en esa cámara.

Inmigrantes sin papeles en EE UU.

Por el lado republicano, firmaron los senadores John McCain y Lindsey Graham, dos veteranos que participan ahora en el esfuerzo de la facción moderada de su partido por separarse del Tea Party, y por los senadores Jeff Flake, un novato que intenta sumar al sector más joven, y Marco Rubio. La presencia de este último es la más significativa. Rubio, también de origen cubano, capitanea actualmente la ofensiva republicana para recapturar el voto latino, que ha abandonado drásticamente a los conservadores en las dos últimas elecciones presidenciales. Pero Rubio no es un enemigo del Tea Party ni un símbolo del pasado, categorías ambas en las que milita McCain. Su presencia, por tanto, en ese octeto, es una de las razones por las que se puede ser optimista sobre la suerte de esta propuesta.

Aquellos que residan ilegalmente en EE UU y quieran recibir papeles tendrán que registrarse, demostrar su plazo de estancia, pagar un multa, ponerse al día de los impuestos impagados desde que viven aquí, someterse a varias entrevistas, aprender inglés y estudiar lo esencial de la historia y el sistema político de este país

El acuerdo alcanzado no anuncia un camino de rosas para los indocumentados. No va a ser tan sencillo como presentarse en la oficina de inmigración de la esquina con un recibo de la luz. Aquellos que residan ilegalmente en EE UU y quieran recibir papeles tendrán que registrarse, demostrar su plazo de estancia, pagar una multa, ponerse al día de los impuestos impagados desde que viven aquí, someterse a varias entrevistas, aprender inglés y estudiar lo esencial de la historia y el sistema político de este país. Cumplidos esos trámites, serán puestos en la cola de las solicitudes legales de visado, con el objeto de no dar ventaja a los ilegales sobre aquellos que siguen el camino marcado de la ley. Durante el tiempo que dure esa tramitación, podrán permanecer en el país, pero no tendrán acceso aún al paro, la seguridad social y los demás beneficios sociales que existen para los norteamericanos. En última instancia, millones de personas levantarán un día su brazo derecho y jurarán fidelidad a la bandera y la Constitución de Estados Unidos.

Se aplicarán tres velocidades distintas en este proceso: una más rápida para los jóvenes que fueron traídos sin papeles por sus padres y que han crecido y estudiado aquí, una intermedia para los trabajadores del campo, esencialmente en la producción de alimentos, y una tercera más lenta para el resto de los inmigrantes.

La legalización está sometida, además, a otras condiciones generales del sistema migratorio. Se reforzará la policía de las fronteras, se les facilitará nuevo equipo y tecnología para cumplir más eficazmente con su función. En la medida en que se vaya certificando que esas medidas de seguridad avanzan, se irán firmando los permisos de residencia a los indocumentados.

Se aplicarán tres velocidades distintas en este proceso: una más rápida para los jóvenes que que han crecido y estudiado aquí, una intermedia para los trabajadores del campo y una tercera más lenta para el resto de los inmigrantes

Al mismo tiempo, se pondrá en marcha un nuevo método de seguimiento de los visados temporales para que las autoridades puedan asegurarse que nadie se queda posteriormente en el país de forma ilegal. Asimismo, se acelerará la deportación de aquellos a quienes, en el proceso de verificación, se les encuentren antecedentes de delitos graves de carácter criminal.

En general, lo que se pretende es una completa modernización del sistema y una especie de borrón y cuenta nueva que clarifique la situación real y envíe, de alguna forma, un mensaje a los futuros inmigrantes de que no se admitirá más ilegalidad. En 2011, sin contar con los que consiguieron su objetivo, la policía detuvo a 327.000 personas tratando de entrar al país ilegalmente. "El actual statu quo es insostenible", dijo McCain.

El magnetismo que EE UU tiene para los inmigrantes, pese a haber descendido en los últimos años de crisis económica aquí y de crecimiento en América Latina, es todavía enorme. Esta es una nación de inmigrantes y no pretende dejar de serlo. Pero se quiere ordenar un poco ese tráfico y también hacerlo más selectivo. Parte de esta reforma tiene por objeto ampliar el número de visados que se otorgan a investigadores, científicos, promotores e innovadores en general —los empresarios se quejan de una carencia de ese tipo de personal—, mientras se reduce el número de trabajadores manuales, excepto en el campo.

Ratificando la importancia de este paso para la comunidad hispana, el senador Menéndez ha utilizado el idioma español para asegurar que esta es una oportunidad como no ha habido otro para aprobar esta reforma.

(Publicado por Agencias, 29 enero 2013)
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