martes, 31 de janeiro de 2012


Brasil - Cuba

Dilma visita Cuba y busca extender el poderío brasileño

Dilma Rousseff, la antigua militante de una organización armada brasileña, llegó el lunes a Cuba en su primer viaje oficial a La Habana como jefa de Estado de la mayor economía latinoamericana. Su primera actividad, que recién se conoció a último momento, fue entrevistarse con el anciano líder cubano Fidel Castro, quien pese a encontrarse fuera de los círculos del poder verdadero, conserva algo que en su entorno nadie tiene: es el último con vida entre los grandes mitos revolucionarios. Dilma, desde lo emocional, tenía esa cita como la parte más importante de su pasaje por La Habana.

Pero su agenda carece de sentimentalismos. Lo que anima la visita a la actual dirigencia cubana, bajo la presidencia de Raúl Castro, es un proyecto de muy largo alcance.

Se inició con Lula da Silva y ahora Dilma viene a consolidarlo. Dentro de la estrategia político-económica brasileña, Cuba tiene a futuro el papel de ser un centro de producción y distribución de mercancías con dos ejes: uno es el de potenciar su capacidad de convertirse en un "hub" en América Central y el Caribe, para la colocación de bienes latinoamericanos. Pero el segundo es todavía más importante: a 150 kilómetros de distancia de la península de Florida, es una gigantesca puerta de entrada para el mercado de Estados Unidos.

Esa es la gran ambición de las elites productivas brasileñas.

¿Cuáles son los datos que confirman esa orientación? La primera inversión relevante del Estado brasileño se realizó en el puerto de Mariel. Fue el lugar de donde huyeron, hace 30 años, más de 10.000 cubanos disconformes con el socialismo autóctono. En ese gran emprendimiento, que implica la ampliación y reconstrucción de las instalaciones del mayor puerto cubano, convergen intereses mutuos. Cuba quiere, y tiene con qué, ser un país central en Centroamérica y el Caribe. Si algo le sobra a esta isla es, justamente, la capacidad humana para cumplir ese papel. Y Brasil, cuyo “destino” de país global se definió con Lula da Silva, tiene chances de acompañar como “socio preferido” esa transformación cubana, de sociedad igualitaria a “economía de mercado” dirigida por una élite comunista.

El puerto de Mariel, que los periodistas que acompañan la gira de Dilma Rousseff (entre ellos, Clarín ) visitarán hoy, queda apenas a 50 kilómetros de La Habana, implicó una inversión de 1.000 millones de dólares. El grueso de las obras corrieron por cuenta de Odebrecht, cuyo dueño, don Emilio Odebrecht, es un buen amigo del ex presidente Lula da Silva. Hace apenas unos días (el jueves pasado), el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) concretó la liberación de 230 millones de dólares destinados a concluir ese mega emprendimiento. El total de la obra fue estimado en 600 millones de la divisa norteamericana.

Pero no se trata solo de construir un puerto. En el proyecto diseñado por brasileños y cubanos, el otro eje es erigir un polo industrial . Ya se sabe de al menos dos empresas brasileñas que piensan instalarse en esa nueva ciudad productiva. Una es la propia Odebrecht, que pretende construir allí un proyecto de energía a partir de la biomasa. Otra firma brasileña confirmó que quiere montar una fábrica de vidrios.

En ese contexto se debe entender el juego político brasileño. Llevan propuestas de principios hasta el punto en que pueden llegar a comprometerse los objetivos estratégicos. A saber: Brasil le otorgó la visa para ingresar al país a la bloguera Yoani Sanchez. Pero rechazó de plano todo intento de los disidentes de convertir esta visita en un acto de protesta por los derechos humanos.

En ese sentido, se diferenció de colegas sudamericanos (como los argentinos) que prefirieron hacer valer las posiciones de principios, como es el caso del ex canciller Rafael Bielsa que impulsó el caso de Hilda Molina aprovechando que el fallecido ex presidente Néstor Kirchner había invitado a Fidel Castro a una cumbre del Mercosur en la ciudad de Córdoba.

Con esa característica brasileña de negociar para evitar males mayores, Dilma instruyó a la embajada de Brasil en Cuba a que otorgaran a la bloguera la visa de entrada al país. Pero una cosa es entregar una visa. Y otra muy distinta es conceder entrevistas. Ayer se confirmó que Dilma no se interesó por recibir a disidentes.

Tarea iniciada por Lula

La "dulce Habana", bella como no se la veía desde hace tiempo y capaz de recibir a los turistas sudamericanos con el mejor de los talantes, tiene mucho en común con las ciudades brasileñas. Comparten una mezcla afro-ibérica "contaminada" a posteriori por migraciones de distintas regiones europeas y asiáticas. Esto le da a Brasil una ventaja sobre los argentinos, que tienen como contrapartida un as de espada: ese personaje único en la historia cubana, Ernesto "Che" Guevara.

Es notable la "facilidad" que representa decir que se es argentino. Por comenzar, se ve en el área de salud. Al entrar en migraciones, una fila de enfermeras componen una valla infranqueable, al menos a primera vista. "¿De dónde viene?" preguntan. "De Argentina", se responde. A seguir: "pase, pase".

Es curioso que la Argentina, país que contó con todas las facilidades para hacerse un lugar junto a Cuba, pierda ante la iniciativa de la presidenta Dilma Rousseff, una mandataria dispuesta a seguir al pie de la letra el proyecto que plantó el ex presidente Lula da Silva.

Lula fue el primer jefe de Estado brasileño que diseñó formalmente la necesidad de expandir la presencia de su país en Sudamérica y el Caribe. Con ese objetivo no dejó de visitar ninguna de las naciones sudamericanas y centroamericanas.

Donde iba, dejaba sembrada la semilla de la solidaridad. Así fue con Haití, con El Salvador, con Colombia, por mencionar algunos ejemplos. Esos no son casos aislados. Responden a una estrategia internacional definida por parte de Brasil, que puede tener resultados a mediano y largo plazo.

Con ese modo de actuar en apariencia anodino, Brasil consiguió en Cuba un lugar predominante. Es cierto que la necesidad hace al hombre. Para ser más precisos, el proyecto de la élite política cubana requiere que alguien en la región lo santifique.

Es lo que se afirma ahora: Brasil viene a colaborar con el conjunto de naciones (básicamente España y China) que quieren aportar a la transformación de la sociedad cubana en una economía de mercado, en momentos en que la isla emprende reformas económicas.

Brasil extiende su influencia a Centroamérica y el Caribe después de haber consolidado su presencia frente a Uruguay y Paraguay, que son miembros del Mercosur. Vale recordar que Uruguay declaró, a través de su presidente José Mujica, que la alternativa de su país es pegarse a Brasil.

(Publicado por El Clarín - Argentina, 31 enero 2012)
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