Economía
Brasil empuja a toda máquina y ayuda a la Argentina a crecer
La Argentina está palpando los beneficios de tener como vecino a la octava economía del mundo. El último informe del Fondo Monetario Internacional revalidó los títulos de Brasil, que ya se posiciona en el top ten de las grandes economías, relegando a España al noveno lugar.
En el informe dado a conocer semanas atrás, el FMI estima que el PBI nominal de nuestro vecino habría superado los US$1,8 billones en el último año. Tamaña expansión termina derramándose sobre la economía local a través de varias vías, entre ellas el comercio exterior, las inversiones y el turismo.
Si bien Brasil ya juega en las grandes ligas y planifica su economía con la mirada puesta en Asia, Estados Unidos y en Europa antes que en América Latina, mantiene con la Argentina una relación estrecha, que le saca varios cuerpos de ventaja a la vinculación que tiene con los otros países de la región.
Nuestro país es el tercer destino de las exportaciones brasileñas después de Estados Unidos y China. El siguiente país latinoamericano en esta lista es Chile, que recién aparece en el onceavo puesto.
Lulanomics
En sus últimos meses de gobierno, Lula sigue cosechando logros. "Desde el comienzo de esta gestión, en 2002, se crearon 12 millones de puestos de trabajo, con un aumento del 53% del sueldo básico. Esto marcó una importante reducción de la pobreza", sostiene el economista Dante Sica, de Abeceb.
Según datos de la Fundación Getulio Vargas, la cantidad de pobres se redujo de 50 millones a 30 millones en los dos períodos del actual gobierno. Si la bonanza económica continúa y la pobreza se sigue reduciendo a una tasa del 10% anual, para 2014 solo el 8% de la población brasileña será pobre.
Al igual que la Argentina, Brasil se viene beneficiando del contexto internacional, favorable a los productores de commodities. Pero entre las múltiples diferencias que existen entre los dos modelos económicos sobresalen dos: la trayectoria del tipo de cambio y las políticas antiinflacionarias. En los últimos tres años, la inflación de los vecinos osciló en torno al 5% anual , después de haber tenido un pico de 14% en 2003. Y la moneda brasileña inició una sostenida apreciación que hoy lo lleva a cotizar a 1,76 reales por dólar. La consultora Finsoport menciona que "las medidas tendientes al control de la inflación mediante el esquema de metas, la apreciación cambiaria nominal y las elevadas tasas de interés mantenidas por una rígida política monetaria, provocaron un aluvión de inversiones extranjeras directas y de cartera".
El último dato oficial consigna que, en el primer trimestre de este año, la expansión interanual del PBI brasileño fue de 9%. El economista Jorge Todesca rescata que esa fue "la tasa de crecimiento más elevada de toda la década. En ese período la inversión agregada creció a un ritmo interanual del 26%".
Marina Dal Poggetto, economista del Estudio Bein, apunta que "Brasil ha logrado convivir con un escenario de tipo de cambio poco competitivo y tasas de interés muy altas a partir de una estructura muy sesgada de subsidios a la inversión por parte del BNDES". Los créditos otorgados por el banco brasileño de desarrollo representan el 17% del PBI, de un stock de crédito que asciende a 50% del PBI. Dal Poggetto concluye que "esta estructura de capital más sesgada al crédito que al capital propio, en conjunto con un regimen de reglas claras para la inversión estabilidad macroeconómica y estabilidad en la política de fijación de precios e impuestos es la que le ha dado viabilidad a un modelo de baja rentabilidad en los sectores transables".
Efectos
El primer impacto del crecimiento de Brasil sobre la economía argentina se relaciona con el comercio exterior. El 8,3% de las importaciones brasileñas provienen de la Argentina. En lo que va de este año, les vendimos por US$7.959 millones. A su vez, la Argentina importa del Brasil un tercio de sus compras externas. A diferencia de lo que ocurre en el intercambio comercial con el resto del mundo, en esta relación los productos manufacturados constituyen el 75% de las exportaciones.
El comercio bilateral crece a un ritmo mucho mayor que el que presenta el comercio de la Argentina con los demás países. Las exportaciones argentinas a Brasil están aumentando al 37% anual, muy por encima de la expansión del 19% que presentan en el cómputo global. Algo similar ocurre con las importaciones, que según datos oficiales de Brasil, aumentaron 57% en lo que va del año hasta llegar a US$9.423 millones. En cambio, las compras globales subieron 43% en el período.
Por supuesto, en esta relación los brasileños salen ganando. De este modo, en los primeros siete meses del año, el intercambio bilateral dejó un déficit para la Argentina de US$1.464 millones, 41% más que en ese lapso del año pasado.
La ampliación de este rojo habla de la fortaleza de la economía brasileña y también de la expansión de la actividad local, ávida de importaciones. Dal Poggetto dice que "lo que se ve son dos economías con la demanda volando y que requieren de importaciones para poder abastecerse".
La Argentina logra ocupar el tercer puesto como proveedor de Brasil a partir del comercio automotor, ya que se llevan la mitad de lo que se produce aquí. A esto se suma la exportación de nafta para petroquímicas, trigo, plásticos y derivados. Dante Sica detalla que entre los beneficiados aparece el sector autopartista, "que a pesar de presentar un fuerte déficit, también muestra un crecimiento interesante. Los beneficios llegan a sectores como papel, gráficos, químicos, que si bien no tienen tanto peso dentro del comercio, tienen un fuerte empuje".
Los otros dos rubros en los que puede verse a Brasil traccionando sobre la Argentina son el turismo y la radicación de inversiones. En el primer caso, los brasileños lideran cómodamente la llegada de turistas extranjeros, con un crecimiento del 46% este año después del pésimo 2009 marcado por la gripe A y la recesión. En el segundo, las inversiones provenientes de ese país ya suman US$9.500 millones en lo que va del año.
Sin embargo, Brasil sólo explica una parte residual del crecimiento argentino. "En la expansión de la economía local, lo que más tracciona es la demanda interna y no la demanda externa", dice Sica. Con estos componentes, "la Argentina crecerá este año 7% fácilmente, aunque puede ser un poquito más".
Para Dal Poggetto, "no es el impulso brasileño lo que lo está motorizando a la economía argentina.
Lo principal sigue siendo la demanda doméstica, estimulada por las políticas oficiales favorables al consumo y el salto de la cosecha".
Proyecciones
En dos meses, Brasil elegirá a su próximo presidente. Las encuestas marcan que sumará otro punto en común con la Argentina y tendrá una presidenta, la oficialista Dilma Rousseff. "Las reglas del juego van a continuar con Dilma, las políticas cambiaria y monetaria van a seguir siendo similares", sostiene Dal Poggetto.
Todesca marca matices. Sostiene que siempre que a Brasil no se le deteriore el superávit de la balanza comercial, que en los últimos tres años se redujo, "en la próxima gestión el real continuará apreciado, por lo que seguirá aumentando su poder adquisitivo en términos de otras monedas".
Más allá del cambio de gobierno, lo esperable es que el ritmo de crecimiento vaya bajando. Todesca agrega que "todos los pronósticos para los países latinoamericanos, incluyendo a Brasil y a la Argentina, marcan un menor crecimiento. Gane quien gane las elecciones allá, el ritmo se irá desacelerando".
Entonces, Todesca imagina que Dilma "algún cambio va a introducir, porque la situación del sector externo no es la misma que la que había hace tres años. Quizás alguna regla cambie".
En este contexto, los conflictos comerciales que ambos países mantienen van a continuar. En 2009, la recesión potenció las discusiones con el gobierno argentino, que estableció restricciones para el ingreso de productos. En represalia, Brasil también retaceó sus fronteras, con días de disputa que derivaron en 500 camiones demorados. Hoy la situación está mucho más distendida que el año pasado, porque la Argentina comenzó a acelerar la aprobación de las licencias no automáticas con las que se restringía la llegada de importaciones. La bonanza en los dos estados ayuda a descomprimir. Todesca acota que sobre esto se suma una regla no escrita de la diplomacia bilateral: no ponerle piedras en el camino al socio cuando tiene un proceso eleccionario por delante.
(Publicado por El Clarín - Argentina, 30 agosto 2010)
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