Afirman que el Primer Comando de la Capital, una poderosa organización de narcos de la urbe paulista, planea entrar en acción durante la Copa. Y ellos mismos se preparan para convertir esta ciudad en "un caos" durante el mes que dure el Mundial. Son los "Black Bloc" brasileños, que a semejanza de los grupos antisistema de Estados Unidos y Europa buscan denunciar al "Estado opresor, que tritura a la población y la mata en las filas del SUS (sistema público de salud)".
En un informe nada común publicado ayer por el diario Estado de Sao Paulo, los jóvenes de ese movimiento que protagonizaron batallas campales contra la policía en junio del año pasado afirmaron que "ahora va a estallar de nuevo". Según el testimonio recogido por el periodista Lourival Sant'Anna entre 16 activistas, "vamos a devolver al Estado con la misma moneda que nos impone". Para ellos, el "caos" que proyectan sembrar en este vigésimo Mundial de la FIFA, "es el mismo caos que el Estado llevó a la periferia (de esta ciudad) por medio de la violencia policial, por la falta de educación, por la indignidad del transporte público y por la ausencia de salud".
Este movimiento comenzó a tallar en las manifestaciones de hace un año, cuando el Movimiento Pase Libre de estudiantes intensificó sus reclamos contra aumento del boleto. Las marchas se iniciaban a media tarde y luego, al anochecer, explotaban los escarceos de los "Black Bloc" con las fuerzas de seguridad. Inmediatamente aparecían barricadas y edificios –sobre todo de grandes bancos– eran blanco de la violencia destructiva. Frente a eso, se acentuaba la respuesta policial y daban inicio a una salva de gases lacrimógenos seguidos de descontroladas descargas de balas de goma. Los militantes de "Black Bloc" justifican las depredaciones de instituciones financieras y algunos edificios públicos. "La manifestación puede no ser pacífica. Pero eso ocurre como una respuesta a la represión estatal", afirman. De los 16 entrevistados, no hay ningún ocioso o desocupado: todos fueron o van a la universidad, estudian y trabajan, aunque sus orígenes sociales sean distintos. "Nuestra violencia", dicen, "es una respuesta a la violencia estatal. Es autodefensa". Sus argumentos son coherentes y articulados: "¿Cuántas personas sufrieron quiebras por culpa de los bancos? Entonces, es legítimo romper un banco".
El gobierno afirma que admitirán manifestaciones pero que no tolerará "vandalismos". Los funcionarios cuestionan al movimiento por "malgastar" el dinero público que debe utilizarse para reparar los destrozos. A esto los activistas responden: "El dinero de los impuestos ya fue robado, ya salió de nuestros bolsillos. ¿Alguien obtuvo (con esa plata) una salud digna? Entonces, no vengan a hablar de vandalismo". Los "Black Bloc" muestran tener una fina capacidad analítica, al señalar los cambios en la composición social de las protestas entre 2013 y este año. "Nos gustó el quilombo que armó la huelga de los choferes de ómnibus", declaró uno de jóvenes. ¿Pero cuáles son los nexos con la organización narcotraficante PCC? Ellos afirman que apenas tienen "algunos contactos". Y que fue a través de ellos que se enteraron de la decisión de esta banda de convertir la ciudad en un infierno en el Mundial. En las entrevistas, estos militantes recordaron que fue esa organización delictiva la que paralizó San Pablo en 2006. Sin embargo, se desmarcan de ella: "No tenemos alianzas con el PCC pero tampoco estamos en contra".
(Publicado por El Clarín - Argentina, 2 junio 2014)
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